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Sala de lectura de la Sociedad de la Ciencia Cristiana, Barcelona.
Os invitamos a escuchar lecturas de los escritos de Mary Baker Eddy, artículos y audios de El Heraldo y a compartir esta invitación con todos aquellos que puedan apreciarla.
España 19.30 h
Lunes Sala de Lectura y Miércoles servicio de testimonios segundo y cuarto
de cada mes
Argentina a las 15.30 h
Chile a las 15.30 h
Mexico a las 12.30 h
Uruguay a las 15.30 h
Miami a las 14.30 h
Perú a las 13.30 h
Colombia a las 13.30 h
Houston a las 13.30 h
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Los esperamos!!🌈🙏🏻🌈
En nuestro espacio online podrás encontrar un refrigerio espiritual al escuchar las lecturas inspiradas de los escritos de Mary Baker Eddy, Fundadora y Descubridora de la Ciencia Cristiana.
Lecturas 25 de Noviembre
¡Terminemos con los cuadros fatídicos!
Margaret Rogers
Del número de mayo de 2011 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana
De La Biblia: Salmos 77
¡No soy culpable!
Joanne Shriver Leedom
Del número de agosto de 1978 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana
“Silencio y oración en la época navideña”
Michelle Boccanfuso
Del número de diciembre de 1995 de The Christian Science Journal
“Si los pensamientos son como flechas” Guillermo E. Moody
Del Christian Science Monitor de Enero del 2000
Bibliografía para niños y jóvenes
El sanador
Geoffrey J. Barratt
Del número de abril de 1977 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana
El Amor — sinónimo de la Mente — es el único sanador. La Mente cura al mantener su presencia aquí y en todas partes. La Mente es el origen y circunferencia de todo ser verdadero. “La Mente”, nos dice Mary Baker Eddy, “es el arquitecto que construye su propia idea y produce toda la armonía que se manifiesta. No hay otro sanador en el caso”.1 Lejos están estas declaraciones de relacionarse con un reino místico o transcendental; nos ayudan a sanar a medida que las comprendemos.
Para el sentido humano, los individuos que han espiritualizado su pensamiento pueden sanar la enfermedad sobre una base metafísica. Hablando estrictamente, estas personas no son, en realidad, sanadoras. Son personas que han llegado a espiritualizar su pensamiento a tal grado que saben que la Mente construye y mantiene su propia idea — el hombre — y que la Mente pura o el Amor “produce toda la armonía que se manifiesta”.
Muchos cristianos, incluyendo los Científicos Cristianos, anhelan ayudar a los enfermos con mayor eficacia por medio de la oración. Pero el propósito de ser meramente mejores sanadores mortales nos desvía de esta meta. Abrigar un sentido mortal acerca del ser es colocarnos en la situación física donde parecen estar nuestros pacientes, perdiendo así la habilidad de mostrarles la salida. Es estar tan expuestos a problemas y limitaciones como aquellos a quienes desearíamos ayudar. Nunca es demasiado el énfasis que pongamos en esto: para el Amor, ningún caso de enfermedad o sufrimiento es desconcertante o se resiste, pues para el Amor no existe nada más que su propio ser y expresión.
Al revelar la naturaleza espiritual y perfecta de Dios y el hombre, la Ciencia Cristiana* pone los fundamentos para sanar por medio de la Mente. La curación por la Mente en la Ciencia Cristiana es el sistema en el cual se ve que la Mente es el sanador. Dios es Uno. La Mente divina es Una y universal. En la infinitud de la verdadera consciencia no existen ni mentes finitas que sufren ni mentes finitas que salvan. Si bien tal afirmación puede parecer tan absoluta y oscura que le es incomprensible al pensamiento material, cuando se la comprende a través de un crecimiento espiritual gradual (aunque no necesariamente lento) se ve que es inevitablemente bella así como poderosamente eficaz.
Nuestra comprensión de la totalidad de la Mente, sana, porque la Mente es Amor. La Mente es Amor porque la Mente nos salva de las ilusiones y del desorden. Es Amor porque la Mente conoce y abraza a cada componente individual de sus innumerables galaxias de ideas. Cristo Jesús expresó el amor de la Mente cuando dijo: “¿No se venden cinco pajarillos por dos cuartos? Con todo, ni uno de ellos está olvidado delante de Dios. Pues aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis pues; más valéis vosotros que muchos pajarillos”.2
Debido a que el Amor por su naturaleza misma eclipsa el temor, jamás es el Amor un sanador ansioso. Si nos inquieta algún caso que parece difícil de sanar, podemos cambiar nuestro punto de vista de un presunto sanador personal al conocimiento del Amor como el único poder y el único sanador.
Es el Amor no limitado por el tiempo, el que sana. Si nuestro trabajo para sanar parece retardarse podemos recordar que el Amor divino no está operando en la materia, ni en el tiempo, ni en el espacio. En el momento y en el lugar en que éstos parecen presentarnos un cuadro de alguien que está pasando por horas y días de malestar, el Amor divino y sus ideas están incluyendo todo el ser verdadero.
A veces los sanadores cristianos suponen que es más fácil ayudar a otros que ayudarse a sí mismos. Pero los conceptos “a mí” y “a ti” pertenecen a un concepto personal y espacial del ser. La Mente omnipresente es el único Ego o Nos y se mantiene a sí misma y a su expresión en completa perfección, nunca necesitando de curación.
La simple declaración de las verdades metafísicas y absolutas de la Ciencia Cristiana tiene tan poco poder para sanar como el que tiene la descripción de un bello paisaje, por sensitiva y detallada que sea, de ser el paisaje mismo. Pero las verdades y realidades metafísicas comprendidas, y tan llenas de luz en nuestro pensamiento que iluminan nuestra vida, son el punto de partida desde el cual podemos sanar la enfermedad y desdicha.
Si usted es Científico Cristiano desde hace muchos años, o si es un estudiante nuevo de esta Ciencia — o si todavía no se califica usted mismo como Científico Cristiano — puede aprender más acerca de la verdad del ser, la cual sana. No importa en cuál de estas tres categorías se encuentre, usted puede probar que el Amor es el sanador porque produce y sostiene eternamente toda la armonía que existe. Cualquier ansiedad que pueda sentir al enfrentarse con una condición considerada grave o agresiva viene de una fase del olvido — la vista momentáneamente velada, de que el Amor es el sanador.
La genuina comprensión espiritual, por embrionaria que nos parezca, de que el Amor es el sanador, nos capacita para enfrentarnos con las pretensiones de la enfermedad, ya sea que parezcan nuestras o que parezcan estar adheridas a otros.
Para curar, tengamos al Amor como el Todo del ser.
Geoffrey J. Barratt
1 Miscellaneous Writings, pág. 41 ;↑
* Christian Science (crischan sáiens)↑
2 Lucas 12:6, 7.↑
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