Lecturas 14 de Julio
“Salmo 23: Apacentados por Dios”
Denise A. Colliver
Del número de diciembre de 1998 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana
Del libro Un mundo más luminoso. La vida de Mary Baker Eddy capítulo 15 "General en jefe"
Cap. I, "Escoged"
De La primera Iglesia de Cristo, Científico y Miscelánea Págs. 3-6 y Miscelánea Págs. 248:33 a 249:9
“El buen gobierno comienza por el gobierno propio”Judy Wolff
Del número de diciembre de 2016 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana
Publicado originalmente en el Christian Science Sentinel del 4 de julio de 2016
Bibliografía para niños y jóvenes
¿Cómo cuando sale el sol?
Allison W. Phinney
Del número de enero de 1990 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana
La Biblia nos hable de que “nacerá el Sol de justicia” y “en sus alas traerá salvación”. Cuando sanamos de alguna enfermedad mediante la oración, a veces sentimos que fue algo parecido a la luz del amanecer que final e ineludiblemente está allí. Tanto la curación como el sentido de la bondad divina que la producida nos parecieron naturales, no algo “demasiado bueno para ser verdad”, sino algo evidente de por sí.
Cuando Cristo Jesús mostró a sus discípulos la naturaleza de la curación, y les enseñó y dio el ejemplo de su propia vida, los discípulos también sintieron que la curación era algo natural. Los discípulos continuaron en el ministerio de la curación, como muchos otros lo hicieron en los comienzos de la Iglesia cristiana.
En los siglos siguientes, si bien la curación cristiana se perdió en gran medida, nunca desapareció totalmente. La gente siempre relacionaba su concepto de Dios con un mejoramiento en sus vidas. Es indudable que tuvieron pruebas de que sus vidas eran guiadas y sanadas.
Martín Lutero, por ejemplo, según el relato de una historia de curación en el cristianismo, “vivió lo suficiente como para ver a su amigo Melanchton, volver a la vida mediante sus propias oraciones cuando se encontraba al borde de la muerte”.1
George Fox, el fundador de la Sociedad de Amigos, creía en el poder de Dios para sanar y registró en cierta ocasión las curaciones que había presenciado. John Wesley, el fundador del metodismo, observó muchos casos de curaciones mediante la oración a Dios.
Cuando Mary Baker Eddy descubrió la Ciencia Cristiana* , este concepto de lo natural que es la curación emergió de nuevo en toda su plenitud. No fue simplemente que la Sra. Eddy y unos pocos estudiantes especiales fueron capaces de sanar, sino que muchos cientos de personas comunes encontraron curación a la luz de esta comprensión espiritual. Todo el ímpetu de la Ciencia Cristiana en aquellos primeros tiempos resultó del impulso y alcance que estaba teniendo la curación.
Julia Bartlett fue estudiante de la Sra. Eddy y practicante de la Ciencia Cristiana. Un médico del estado de New Hampshire, EUA, le envió un paciente que él no había podido sanar. Después de nueve días, el paciente volvió a ver a su médico totalmente restablecido. Como resultado, se le pidió a la Srta. Bartlett que fuera a New Hampshire, donde dio conferencias, tomó pacientes y se manifestó en otras curaciones. En sus memorias relata que la Ciencia Cristiana era el tema central de conversación en el pueblo y en todos “los trenes que llegaban”.2
No se trataba de personalidades carismáticas que estaban construyendo una Iglesia, ni de llamativos servicios de curación que atraían a la gente. Lo que resultaba en curación era un nuevo concepto acerca de Dios, una nueva teología, descrita en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. La Ciencia Cristiana liberó la capacidad de la gente para percibir y confiar en la gran realidad de la presencia de Dios.
En un capítulo de Ciencia y Salud, dedicado a la narración de breves expresiones de gratitud por las curaciones recibidas, un hombre relata algo similar a lo que muchos otros habían dicho: “Seguramente el siguiente pasaje bíblico se ha cumplido en nuestro hogar: 'Las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas'. ¿Cómo podremos apreciar el valor de un libro cuya lectura trae tal transformación y regeneración?”3
En la Ciencia Cristiana, la curación no se considera como un don personal, algo así como el talento especial que algunos poseen para la música o para el dibujo. La curación resulta de la capacidad que todos tienen cuando obedecen a Dios o recurren a la Mente divina en lugar de a la mente mortal, que incluye tanto temor, dolor, enfermedad y pecado. Realmente, un niño puede sanar recurriendo de todo corazón a Dios.
No obstante, por extraño que parezca, podemos encontrarnos enfrentando la sugestión agresiva de que la curación por medios espirituales es difícil y contranatural. Cuando uno ha estado sufriendo de una enfermedad por algún tiempo y ha tratado de encontrar la curación mediante la oración y el estudio espiritual, tal vez la enfermedad aparente ser más real que nunca, y la curación lejana e irreal. Hasta es posible que algunos se burlen de nuestros esfuerzos, o que nosotros mismos los encontremos ridículos.
Este es el momento entonces de recordar que lo que estamos sintiendo, por vívido, amenazante o real que parece ser, no es nada más que una apariencia. El estado mental y la enfermedad física no sólo están relacionados, sino que son la misma cosa. La manera de vencerlos es aceptando en mayor medida lo que Dios nos está dando. También es el momento de recordar cuál es la verdadera naturaleza de la curación. Es talentoso recordar que la curación no es “algo que un Científico Cristiano está tratando de hacer”. Este no es de ninguna manera un punto de vista correcto respecto a la curación cristianamente científica. Esto sería como decir: “¡Miren lo que Samuel está tratando de hacer allá; está tratando de hacer que salga el sol!”
La verdad es que el Científico Cristiano no está haciendo que suceda algo. El Científico Cristiano está respondiendo a lo que Dios está haciendo. La curación en la Ciencia Cristiana se basa enteramente en Dios y Su suprema bondad; en la realidad de las cosas espirituales. ¿Qué cosas espirituales? Bueno, la realidad de que una ley del bien divino está en operación, la acción del Amor divino presente en todas partes, el hecho de que el hombre es realmente la imagen de Dios . El hombre creado por el Espíritu es espiritual, no está subordinado a la materia, sino solamente a Dios y, por lo tanto, expresa de manera natural el ser armonioso de Dios.
No tenemos que hacer algo imposible, ni tampoco hacer un gran descubrimiento espiritual que esté más allá de nuestro alcance. La Sra. Eddy ya hizo el descubrimiento y lo dejó asentado en Ciencia y Salud. Tenemos que entrar en él, tenemos que “descubrir” el descubrimiento por nosotros mismos. Esto requiere que estemos dispuestos a renunciar a los conceptos insistentes y erróneos sobre la existencia material. Tenemos que estar abiertos y mejor dispuestos a dejar que Dios participe mucho más en nuestras vidas.
Podemos sentir nuevamente lo natural y práctica que es la curación cristiana. Obedeciendo las leyes de Dios y siguiendo al Cristo, el espíritu de la Verdad, podemos encontrarnos morando en la nueva luz del ser divino. Esta luz lo ilumina todo, lo cambia todo, como cuando sale el sol.
Allison W. Phinney, Jr.
1 Morton T. Kelsey, Curación y cristianismo: en el pensamiento antiguo y en los tiempos modernos (Nueva York: Harper & Row, Publishers, 1973), pág. 233. ↑
* Ciencia Cristiana (crischan sáiens) ↑
2 Conocimos a Mary Baker Eddy (Boston: The Christian Science Publishing Society, 1979), págs. 43—45. ↑
3 Ciencia y Salud, págs. 676—677. ↑