Nueva traducción de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. 
Disponible a partir de Enero del 2025







¿Cómo amas?
Robin Brett Kadz
De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 2 de mayo de 2022

Cristo Jesús dio a sus discípulos este mandamiento: “Ámense unos a otros de la misma manera en que yo los he amado” (Juan 15:12, NTV). Se podrían decir muchas cosas sobre la naturaleza de este amor, pero un indicio del amor que él está pidiendo se puede encontrar en las palabras de Mary Baker Eddy, la Descubridora de la Ciencia Cristiana, a un miembro del personal de su casa. Cuando se le preguntó: “¿Me amas?”, ella respondió: “Simplemente amo. Así como el sol simplemente brilla, yo simplemente amo” (véase Irving C. Tomlinson, Twelve Years with Mary Baker Eddy, Amplified Edition, p. 225).

Este tipo de amor es el amor universal que fluye como una resplandeciente expresión del Amor divino. Una descripción esclarecedora de este amor a semejanza del Cristo se puede encontrar en un artículo en los archivos del Journal titulado “La simplicidad y profundidad del Amor” (“Principio” y “Amor” se usan como sinónimos de Dios): “Si bien el amor no está exento de la calidez y la alegría del verdadero afecto, es mucho más grande que el mero sentimiento personal. El amor no puede tener un pensamiento competitivo o deseo de monopolio, ni puede ser apartado del Principio. … El Principio tierno y misericordioso no se expresa mediante el amor en un momento y no en otro, ni en amor por uno y no por todos; sigue siendo Amor y actúa como amor bajo toda circunstancia” (“The simplicity and profundity of Love,” Mary Sands Lee, September 1941). 

Esto no es un amor o afecto limitado. No significa concentrarse en la personalidad. Y algunos podrían sentirse tentados a pensar en que este amor imparcial quizá sea menos satisfactorio, tal vez menos reconfortante, que el amor que prefiere a algunas personas antes que a otras. 

Sin embargo, cuando una madre en los días de la Sra. Eddy vio cómo nuestra Guía miraba a su hija, percibió que se expresaba un concepto más elevado del Amor de Madre del que había conocido, y esta expresión superior de amor sanó a su hija. Así es como la madre describió ese amor: “Ojalá pudiera hacer que el mundo supiera lo que vi cuando la Sra. Eddy miró a esos niños [sus dos hijos]. Fue una revelación para mí. Vi por primera vez el verdadero Amor de madre...” 

La madre describe cómo entonces vio el amor derramado sobre un pájaro y la hierba y las flores y las personas a su alrededor. Ella dijo: “Este Amor estaba en todas partes, como la luz, pero era divino, no mero afecto humano. … 

“… Vi, por primera vez, la absoluta irrealidad de todo excepto de este Amor infinito. No solo estaba presente en todas partes, como la luz, sino que era una presencia inteligente que me hablaba, y comencé a llorar,… diciendo en voz alta: ‘¿Por qué no te conocí nunca antes? ¿Por qué no te he conocido siempre?’

 ”… Cuando regresamos al hotel, no había ningún forúnculo en la cabeza de mi hijo” (véase Yvonne Caché von Fettweis and Robert Townsend Warneck, Mary Baker Eddy: Christian Healer, Amplified Edition, pp. 356-359).    

Este Amor de Madre que todo lo abarca es de lo que efectivamente se trata la vida. En la realidad espiritual, es en verdad la sustancia de nuestro ser y de todo en la creación de Dios. El Amor, Dios, se expresa en toda la creación, incluyéndonos a nosotros. 

Si bien la Sra. Eddy tiene muchas cosas maravillosas que decir sobre el afecto humano, es el amor universal lo que nos lleva a ver el reino de Dios. Es “un amor espiritual que lo absorbe todo” (Ciencia y Salud, pág. 264). Este es el Amor reflejado en su forma más pura, la cual discierne solo la creación espiritual de Dios, independientemente de lo que presenten los sentidos materiales. De acuerdo con el Primer Mandamiento que dio Moisés, expresar amor espiritual reconoce solo un poder, una realidad: la bondad infinita de Dios, en la que no hay vacíos. 

Este amor es el Amor expresado a toda costa. Está reflejando el resplandor del Amor pase lo que pase. Por ejemplo, Jesús dio este consejo en su Sermón del Monte: “Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen” (Mateo 5:44).

El amor de Jesús, expresado en el perdón hacia aquellos que estuvieron involucrados en su crucifixión, sin duda desempeñó un papel fundamental en permitirle superar la tumba. Y al principio de su ministerio, un ejemplo importante de su expresión de amor se registra en el Evangelio de Juan, capítulo 11, cuando resucitó a Lázaro de entre los muertos. Jesús tenía un gran afecto por su amigo Lázaro y sus hermanas, María y Marta. Pero esta curación fue el Amor expresado en su sentido más elevado. Mediante su comprensión, pudo ver a través de los ojos del amor puro la verdad de la existencia intacta de Lázaro, y al saber que esta vida inmortal era verdadera para todos, resucitó a Lázaro.

Muchos tienden a pensar que este tipo de curación fue exclusiva de Cristo Jesús. Pero como un pastor amoroso, nuestro Salvador nos estaba mostrando el camino al escuchar momento a momento y seguir lo que Dios lo estaba guiando a hacer. Podemos imitar su ejemplo. Tener cuidado de no distraernos del conocimiento vital de nuestra unidad con el Amor divino, Dios, es una forma en que podemos seguir a Jesús y amar con pureza a Dios y amarnos los unos a los otros.

El Amor divino nos está atrayendo a todos a una consciencia más elevada que percibe el reino de los cielos dentro de nosotros, lejos de la creencia de la sustancialidad de todos los desafíos de la existencia mortal. La disposición de asumir esta consciencia del amor puro y de rechazar cualquier cosa que lo oscurezca es clave para poder realizarlo y ser testigos de la curación para nosotros mismos y para los demás. Con el tratamiento mediante la oración de los practicistas de la Ciencia Cristiana he experimentado muchas curaciones, las que demuestran el cuidado y la fiabilidad del Amor divino; entre ellas: curaciones de depresión suicida, un robo importante (Sentinel, July 11, 2011), cáncer, gripe, lesiones por accidentes, mordeduras de perro (Journal, March 2021); también experimenté un parto indoloro, y así sucesivamente.    

Una idea que compartió una practicista de la Ciencia Cristiana —que sintió que había sido un punto decisivo para hacer que sus oraciones sanadoras fueran más eficaces— fue la comprensión de que si sabía que la verdad espiritual que estaba afirmando al orar era verdadera para todos, tan claramente como sabía que era verdad para ella o su paciente, el trabajo de curación era mucho más eficaz.  

Todos podemos aceptar este amor sanador que proviene de Dios. En el libro a los Efesios, este amor se explica de una manera que es supremamente reconfortante e incluye todo: “Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)” (2:4, 5). Una forma de ver esta frase: “por gracia sois salvos”, es saber que “Dios simplemente te ama”, como explicó una vez un destacado orador de la Biblia. Por ser la imagen y semejanza de Dios, nosotros también somos capaces de “simplemente amar” al expresar este Amor que es Dios y que todo lo transforma. Eso es lo que nuestro Padre-Madre Dios, el Amor divino, nos creó para hacer. Y, como dice Ciencia y Salud, “Ningún poder puede resistir el Amor divino” (pág. 224).

"Alegría y regocijo que fortalecen e inspiran"

Por Maria Damiani

¿Cómo se puede experimentar auténtico regocijo? Casi todo el mundo se hace esta pregunta en algún momento, ya sea explícita o implícitamente. Todos anhelamos regocijo y satisfacción duraderos, pero a veces nos resultan difíciles de alcanzar. En esos momentos en los que parece que los problemas no tienen solución, o cuando simplemente tratamos de encontrar la mejor manera de sentirnos contentos, hay una respuesta que va más allá de meras ilusiones o esperanzas fugaces. El regocijo verdadero y duradero se encuentra en Dios, la fuente de todo bien, cuyo manantial de amor y regocijo es constante.

Este versículo bíblico de Filipenses: “Regocijaos en el Señor siempre” (Filipenses 4:4) nos recuerda que, independientemente de la situación o circunstancia, al recurrir primero a Dios podemos encontrar fortaleza en Su gracia para regocijarnos. También podemos leer en Salmos cómo David, el rey y profeta bíblico, podía decir que su corazón estaba alegre, a pesar de la adversidad, porque había descubierto su conexión con Dios. Escribió: “Alegraos en Jehová y gozaos, justos; y cantad con júbilo todos vosotros los rectos de corazón” (Salmos 32:11). Estos versículos, y muchos otros en las Escrituras, señalan el camino hacia un regocijo real y duradero que tiene sus raíces en la naturaleza de Dios, quien declaró que su creación era completamente buena (véase Génesis 1:31).

Entonces, ¿cómo se logra este tipo de perspectiva espiritual? En mi caso, he descubierto que es importante estar en comunión diaria con Dios mediante la oración y reconocer humildemente la omnipresencia y omnipotencia del Dios viviente. Al orar, esta afirmación me ayuda a comprender mejor y darme cuenta de que la bondad de Dios rodea y abraza a todos sus hijos, y todos podemos sentirla. Confío en que es posible para todos experimentar una verdadera sanación y una alegría duradera por medio de la oración.

He descubierto que orar de esta manera es poderoso y efectivo para lograr cambios reales en mi vida, y estoy agradecida. También he aprendido que la oración es mucho más gratificante cuando bendice a todos, incluso más que a mí misma. Ser parte de una comunidad de fe más grande fomenta vínculos amorosos que sirven para elevar a todos los implicados y hace que la alegría sea mucho más fácil de obtener. Este tipo de iglesia no está dormida ni moribunda, sino viva y sana, porque su propósito activo y perdurable es traer luz y elevar a la humanidad.

Recientemente, en una asamblea anual de La Iglesia de Cristo, Científico, en Boston, EUA, a la que asistí en línea, un miembro de la Junta Directiva expresó que sentía que si Pedro, el discípulo, estaba en lo cierto cuando declaró que Jesús era “el Cristo, el Hijo del Dios viviente”, y si el Cristo es la fuente de la Iglesia viviente, entonces la Iglesia debe estar tan viva ahora como siempre lo estuvo o lo estará.

Estoy comenzando a ver que es por eso que la idea espiritual de Iglesia es tan esencial. Los cimientos de la iglesia cristiana son las palabras y obras de curación de Cristo Jesús. Así que una Iglesia viva es aquella que sana y bendice a toda la humanidad. Sus cimientos no se apoyan en el beneficio personal, sino, por el contrario, en el trabajo altruista. Se apoyan en el Cristo, que es la manifestación pura de Dios, o el Amor. Mary Baker Eddy, la Fundadora de la Iglesia de Cristo, Científico, escribió que la Iglesia es “una forma de santidad” y “el cemento de la sociedad”.

Jesús compartió sus enseñanzas del amor incondicional y el poder sanador de Dios en toda Galilea, y eso fue lo que atrajo a las multitudes a su lado. La revelación espiritual ha sostenido a los cristianos a lo largo de los siglos cuando se han reunido para compartir la verdad, la luz divina que va más allá del mero razonamiento humano y no se limita a una denominación en particular.

Esta luz gozosa, disponible para todos, acentúa un sentido más profundo de hermandad que nos une a todos, a toda la humanidad, porque somos dignos de la alegría y el regocijo que nos fortalecen e inspiran nuestras vidas.








De los Documentos: “Doctoras en medicina le escriben a Mary Baker Eddy”








De los Documentos: “Doctoras en medicina le escriben a Mary Baker Eddy”
8 de agosto de 2022

Muchas personas notables intercambiaron cartas con Mary Baker Eddy. Al publicar su correspondencia (mbepapers.org), hemos descubierto que hay entre ellas más de una decena de doctoras en medicina y sanadoras. Unas pocas trataron a pacientes informalmente en la comunidad. La mayoría de ellas se educaron formalmente como médicas, en una época en la que aún era muy difícil para las mujeres aprender y ejercer como doctoras en medicina.

Algunas de estas mujeres le escribieron a la Sra. Eddy porque querían su libro Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras. Otras ya estaban leyéndolo. La mayoría reconocía la importancia de la espiritualidad en la curación, aunque estuvieran ejerciendo la medicina tradicional. Algunas hasta escribieron sus propios libros reconociendo esta conexión. Aunque los Documentos de Mary Baker Eddy contienen más ejemplos, decidimos destacar a algunas de ellas en un artículo originalmente publicado en inglés en marzo, el Mes de la historia de la mujer en los Estados Unidos.

Lucretia W. Hart

Esta autodidacta pero aparentemente eficaz sanadora en marzo de 1884: “Ejercí la Medicina 31 años en el Estado de Wisconsin durante los cuales di a luz y crié 9 hijos, y todavía soy una Mujer útil, los médicos me han pedido Muchas veces que explique mi Método para tener éxito y no sé qué decirles”. Hart comentó que algunos la habían llamado espiritista por lo que podía hacer. Ella respondió que no sabía qué la hacía tan eficaz y agregó: “Pero hay algo que sí sé, es decir, que hay Poder en la Oración y que el Cristo es el redentor de todos nuestros pecados”.1 Ella le escribió a la Sra. Eddy para saber más sobre la Ciencia Cristiana y posteriormente pidió varios folletos: La curación cristiana, The Science of Man [La Ciencia del hombre] y La idea que los hombres tienen acerca de Dios.

Alice B. Stockham

Entre las prominentes mujeres médicas que intercambiaron correspondencia con Mary Baker Eddy, se atribuye a Stockham ser la quinta mujer médica en los Estados Unidos, así como una promotora de la igualdad de los sexos, el control de la natalidad y la abstinencia total del alcohol. Ella le escribió a la Sra. Eddy en septiembre de 1883: “He oído algo de su ciencia de la curación, que usted la enseña y me gustaría saber más sobre ella”. Y agregó: “¿Tiene usted una obra sobre la curación mental? Si es así, ¿cómo la vende?”.2 Más adelante Stockham escribió varios libros sobre la salud de las mujeres, entre ellos Tokology: A Book for Every Woman [Tocología: Un libro para todas las mujeres], publicado en 1885.3

Elmina M. Roys-Gavitt

Otra médica que le escribió a Mary Baker Eddy, Roys Gavit, se graduó del Woman’s Medical College of Pennsylvania [Colegio Médico Femenino de Pennsylvania] en 1867 y fue la primera mujer en ejercer como médica en Toledo, Ohio. Fue la fundadora y redactora del Woman’s Medical Journal, que más tarde pasó a llamarse Medical Woman’s Journal. En su breve carta, ella simplemente pide el precio de seis ejemplares de Ciencia y Salud, indicando que probablemente vendería ejemplares a otras personas. En respuesta, el secretario de la Sra. Eddy, Calvin Frye, le envió información sobre cómo convertirse en agente de ventas.4

Julia A. D. Adams

Esta médica homeópata se encontraba entre varias otras mujeres que estudiaron formalmente en facultades de medicina y expresaron interés en la Ciencia Cristiana y que se animaron a estudiar con Mary Baker Eddy o uno de sus alumnos. Adams se graduó de la Facultad de Medicina Homeopática de Cleveland, en Cleveland, Ohio. En 1886 completó la Clase Primaria y la Clase Normal de la Ciencia Cristiana con la Sra. Eddy. Luego fundó el Instituto de la Ciencia Cristiana de Oakland e integró el directorio de The Christian Science Journal hasta 1889.

M. Augusta De Forrest Brown

Tras graduarse del Woman’s Medical College of Chicago [Colegio Médico Femenino de Chicago] en 1883, Brown asistió al Conservatorio de Milán, donde estudió la relación entre la salud vocal y la salud física. Le escribió por primera vez a Mary Baker Eddy en octubre de 1885 y compartió su interés en su método sanador:

Todavía al leer sus libros siento el deseo irrefrenable de saber más acerca de su Curación divina. Al leer su Ciencia de la Salud me invadió una iluminación del Alma, que jamás había esperado experimentar. Desde hace años no me alejo de la cama de los enfermos sin pedirle a Dios que me ayude y muchas veces me he visto obligada a reconocer que solo a través de él se salvaron. Pero nunca se me había ocurrido que solo Él tenía poder para Sanar y salvar.5

Después de interesarse en la Ciencia Cristiana, Brown tomó Clase Primaria (1885) y Clase Normal (1886) con la Sra. Eddy. Luego mantuvo una práctica de curación y enseñanza de la Ciencia Cristiana en Nueva York durante varios años.

M. Augusta Fairchild

Graduada del New York Hygeio-Therapeutic College [Colegio Hygeio-terapéutico de Nueva York] en 1861, esta médica trabajó en el Western Hygeian Home, un centro de tratamiento mediante hidroterapia de St. Anthony’s Falls, Minnesota. En 1879 publicó How to Be Well [Cómo estar bien], libro que explica el método higiénico de cuidar a los enfermos. Más tarde mientras ejercía la medicina en Hannibal, Missouri, Augusta Fairchild le escribió a Mary Baker Eddy:

Su libro me llega como un trago refrescante. —Estoy lista para sus enseñanzas. Anhelo ser cada vez más útil a medida que pasan los años. Soy miembro de la Nueva Iglesia. No me rijo en absoluto por los prejuicios. Es mi deseo tomar un curso de conferencias con usted tan pronto como mis asuntos lo permitan.6

Fairchild terminó estudiando la Ciencia Cristiana con un alumno de la Sra. Eddy, Silas J. Sawyer, y sus cartas indican que sanaba a otros con lo que aprendía. En 1890 escribió otro libro titulado Woman and Health: A mother’s hygienic hand book [La mujer y la salud: Manual de higiene para madres]. También estableció el Sanatorio Fairchild en Quincy, Illinois, que funcionó hasta que ella se jubiló en 1903.

Más información de interés sobre este tema

Aunque estas mujeres médicas, junto con varias otras, estudiaron la Ciencia Cristiana con Mary Baker Eddy e incluso la practicaron durante algunos años, aparentemente todas ellas regresaron a la práctica de la medicina tradicional. Quizás lo que aprendieron acerca de la Ciencia Cristiana influyó en la forma en que trataron a los enfermos de allí en adelante. A pesar de que muchas reconocieron la conexión natural entre la salud y la espiritualidad de la mujer, parecen haber surgido incompatibilidades en sus intentos de combinar los dos métodos de curación. Silas J. Sawyer, quien enseñó a Augusta Fairchild, parece aludir a esto en una carta a Mary Baker Eddy:

Es posible que usted tenga a una tal Dr. M. A Fairchild en su próxima clase. Ella vino aquí, tomó un curso de instrucción, regresó a su casa en Hannibal, Missouri, y continuó practicando la medicina, los masajes, y mezclando con la metafísica… Cuando usted le enseñe, ella estará de acuerdo con usted y la palabra “verdad” será música para sus oídos, luego procederá a adaptar todas las enseñanzas de usted a su propia creencia en una “correspondencia con la verdad”.7

Aunque Sawyer, no obstante, aconsejó que Fairchild estudiara con Mary Baker Eddy, ella en última instancia volvió a practicar la medicina tradicional.

La Sra. Eddy explicó esta incompatibilidad entre la Ciencia Cristiana y las prácticas materiales a otro alumno:

¡He puesto el fundamento seguro de todo mi éxito al establecer hasta ahora la causa de la Ciencia Cristiana mediante la adherencia estricta en mis enseñanzas y mi práctica y mis escritos a la declaración única y su prueba de que todo es Mente y no hay materia! De ahí no mezclar con la materia esta ciencia puramente divina, que es mental, y no material en sus métodos.8

Mary Baker Eddy alentó activamente a estas mujeres a estudiar la Ciencia Cristiana, aunque más no fuera para informarles acerca de un método sanador eficaz. Pero ella sabía que tendrían que sanar espiritualmente, y no por medios materiales, a fin de practicar la Ciencia Cristiana. Los Documentos de Mary Baker Eddy nos permiten dar una fascinante mirada a la intersección entre la curación y la fe para estas pioneras en su campo.